A medias, director. Me lo creo a medias. Creo que deja la vicepresidencia, porque no hay más remedio que creerlo. En un puesto como ese, estás o no estás. Y además, es un cargo de no retorno, al menos en esta legislatura. Creo también que es sincero cuando predesigna a Yolanda Díaz como líder de Unidas Podemos.
Yolanda no solo es la ministra mejor valorada de ese sector del gobierno, mejor incluso que Iglesias, sino la que menos rechazo suscita. A pesar de su carné comunista, es la ministra del diálogo, de los pactos, de la sonrisa y no de la bronca, algo muy valorado en tiempos de grave polarización. Los que no me puedo creer son los titulares de prensa que afirman que Iglesias abandona la política nacional. Es al revés: Iglesias se baja para reconstruirse para la política nacional. Su operación está pensada para recuperarse del desgaste que sufre en el gobierno central.
Unidas Podemos está en decadencia, según las encuestas. Si no entrase en la Asamblea de Madrid, sería el final del sueño de conquistar los cielos. Plantea estas elecciones como un plebiscito, igual que Ayuso, para su propia resurrección. A partir de ahí, la ambición de ser el salvador de la izquierda y ganar su liderazgo, a ser posible quedando por encima del PSOE. Y desde esa silla de Papa de la religión comunista, gobernar esa iglesia. No desde el gobierno, que es un coñazo y desgasta mucho. Desde las ideas, que es su territorio. Su reino, y tú me entiendes, Alsina, no es de esta monarquía.