Vamos a ver: si los veinte céntimos de la gasolina están desbordados por la subida en el surtidor; si el coste de la cesta de la compra está resultando dramático para multitud de familias; si el conjunto de subidas de precios que mide el IPC empobrece a todo el mundo, pero especialmente a las sufridas clases medias, y si el tope al gas apenas rebaja el precio de la luz, es evidente que algo tiene que hacer el Gobierno.
Tiene que hacer algo distinto y más eficaz, con elecciones o sin ellas. Lo que sorprende es la prisa: rápido, rápido, que no pase esta semana sin nuevas medidas anticrisis, que el malestar social crece más que los precios.
Urgente, urgente, que el Gobierno demuestre capacidad de iniciativa para que no parezca que ha dejado de gobernar. S.O.S.: apartemos del primer plano informativo esa imagen de derrota, que tanto daño hace al gobernante.
Quiero decir con ello que se juntan dos apremios: el de la necesidad objetiva de hacer algo por una sociedad que sufre una inflación insoportable y el de la necesidad política del Gobierno de superar el miedo que le entró la noche del domingo al ver que es posible el cambio de ciclo.
Ahora bien: vamos a ver si acierta y quién gana, porque dentro del Gobierno también hay lucha electoral. Y no son iguales las propuestas del sector socialista que las propuestas de Unidas Podemos. Así que estemos atentos, no sea que se busque más salvar al Gobierno y su coalición que salvar al conjunto del país.