Pues sí que le echaré de menos. Y desde un punto de vista práctico, hasta le estoy agradecido: nadie me dio para tantos artículos solo con abrir la boca. Yo creo que en estas colaboraciones en Más de Uno, ahora o a las 8,30 no hubo una mañana en que no lo citara por algo. Intelectualmente lo respeto. Políticamente, creo que su presencia pública ha sido dañina para este país, y creo que utilizo un calificativo suave.
Cuando haya perspectiva, veremos que las crisis políticas comenzaron con su activismo, lleno de un ansia de revancha que no debiera corresponder a su generación. Las sombras sobre el mayor prodigio de convivencia de la historia, que ha sido la transición, las puso él. Su obsesión contra los poderosos, esencia de su doctrina, le dio un aire bolivariano que figura entre las causas de su desastre. Aportó inestabilidad al sistema con su republiqueta, como le llamó Felipe González, y el salto al vacío que supondría.
En lo personal, defendí su derecho a vivir donde vive, pero demostró falta de coherencia y, sobre todo, de ejemplaridad. Y creo que al final nadie le debe nada, sino al revés. El PSOE, al no saber distanciarse de él, con él se desploma en la Comunidad de Madrid. Sus propios seguidores han sido quienes cavaron su sepultura y le dieron la primacía a Mas Madrid y a Íñigo Errejón. Decía anoche Ignacio Varela que Iglesias y Sánchez fueron lo peor que le ocurrió a la izquierda española. En el caso de Iglesias, quizá sea verdad.