Fascinante. La más sugestiva novela sin terminar sobre las intrigas del poder. Se oyen disparos, pero no se sabe contra quién.
Un ministro acorralado, pero al presidente no se le oye ni citar su nombre, solo le falta decir “la persona por la que usted me pregunta”. Los defensores de Garzón hablan de bulo. Los compañeros ministros socialistas tienen licencia para matar, lo demostró aquí Luis Planas, y esa licencia solo la pueda dar el presidente.
Luego, Pedro Sánchez es la equis de este GAL. Para mí, que se aprovecha el vendaval para que se lleve a Garzón. Pero Sánchez no lo puede cesar sin violar el pacto de coalición. Ni le habla, ni le llama, ni le manda una palabra de aliento, pero no lo puede echar.
Como las fuerzas defensoras de Garzón resisten y atacan con la voz de Pablo Iglesias, la guerra es de bloques. Desde ayer, bloque socialista contra bloque Podemos. Pero al fondo hay un mensaje de Yolanda Díaz al general Sánchez: “cuidemos la coalición”.
La coalición es la patria. La coalición es el bien supremo. Lo ideal sería que Garzón se marchase para salvarla, pero Garzón no quiere irse, se ve de ministro toda la legislatura, y Yolanda Díaz no cede su cabeza.
Final que se vislumbra: Garzón seguirá, pero aislado, la coalición entra en su peor crisis; pero, como hay que salvarla, todo quedará en una escaramuza. Una escaramuza con una enorme intriga: ¿se dispara contra Garzón o se dispara contra Yolanda Díaz? Ahí está el misterio y la nueva emoción.