Mis mayores me enseñaron que nunca se debe despreciar un buen paso, ni siquiera un buen gesto, y yo sigo los mandatos de mis mayores. Pero esos mayores, que también eran gallegos, solían responder con una pregunta, que en este caso sería: ¿y por qué los presos etarras hacen eso? Caben dos explicaciones.
Una, la peor pensada, que el colectivo de reclusos ha decidido promover una acción de aplauso de la opinión como una operación de relaciones públicas. Si se presentan como un grupo que reconoce haber dañado a familias con los crímenes que llaman “acciones de nuestra militancia del pasado” y no quieren causar más dolor a esas víctimas, quedarán como arrepentidos de sus errores y ahora son buena gente dispuesta a contribuir a la convivencia.
Su renuncia a los ongi etorri se convertiría así en un argumento más para conseguir la libertad pedida por Otegi en su famoso discurso de la patada al hormiguero. Salir de la cárcel es el primer objetivo de todo preso, sea etarra o delincuente común.
La otra explicación es la buenista, pero quizá ingenua: los presos van más allá que Bildu y realmente no quieren homenajes porque entienden que un homenaje es como matar dos veces a sus víctimas.
Soy incapaz de escoger una de esas dos tesis. Pero me preguntas qué valor doy a este paso y respondo: mucho, porque es un paso de concordia. ¿Cualquiera que sea la intención? Sí, querido Alsina: cualquiera que sea la intención, aunque me cuesta mucho creer en tanta bondad.