En unas elecciones quien más se juega es el país. Esto es así, porque las urnas tienen algo de aventura, por muy documentado, informado y razonado que sea el voto de cada uno. De unas elecciones puede surgir una persona genial, un cenutrio o un vendepeines, que de todo hemos tenido en la historia de las democracias.
Por debajo del país, entiendo que quien se juega más el domingo es quien tiene el Gobierno, que es Juanma Moreno, porque lo puede perder, y a lo mejor por una razón tan poco política como el calor, que mandó a la gente a la playa.
A continuación se la juega el principal aspirante, que es el señor Espadas, y como son sus primeras urnas autonómicas, son para él como la EBAU: su triunfo no es ganar, sino obtener un resultado esperanzador. Si suspende, carrera frustrada.
Se juega mucho Ciudadanos, porque esta es una lucha a vida o muerte. O Juan Marín sale con vida, o camino del cementerio político. Los demás, por un escaño arriba o abajo, son retos menores.
Y mi tesis personal es que quien más se juega es Núñez Feijóo. Siendo gallego y sin presentarse directamente, Andalucía le dará dos actas: la primera, la confirmación o puesta en duda de la buena racha del PP bajo su dirección, que Andalucía se considera un gran peldaño hacia La Moncloa.
Y la segunda, por el posible pacto con Vox. Si consigue rehuirlo, pista libre para el despegue. Si tiene que asumirlo, a ver quién le quita el sambenito de llevar a la extrema derecha al poder
