A este cronista, como supongo que como a ti, la respuesta de Sánchez le sonó escasa. Escasa y forzada. Quienes se juega la vida en demanda de libertad y llevan nuestros apellidos y hablan nuestro idioma merecen algo más del gobierno español.
Desde luego, no merecen que el régimen que les persigue no sea calificado como dictadura. Merecen una condena formal a quien lanza a la calle a manifestantes con palos para enfrentar a cubanos con cubanos, camino directo al enfrentamiento civil. Pero esto, ¡qué fácil es de decir y qué difícil de hacer! Un gobierno, en sus relaciones exteriores, tiene que poner en un platillo de la balanza los intereses económicos, las inversiones de sus empresarios y una dura perspectiva: las posibilidades de ganar de quienes se rebelan. Y en el otro platillo, la multitud que reclama comida, derechos y libertad.
Una potencia como España, con intereses más potentes que sus principios, suele ceder ante la realpolitik. De todas formas, entre quienes gobiernan en España y niegan que Cuba sea una dictadura y quien preside ese gobierno y niega que Cuba sea una democracia todavía hay una diferencia a favor de Pedro Sánchez. Me gustaría verlo más activo contra la represión. Me gustaría verlo más implicado en la demanda de democracia en Cuba. Pero quizá tenga que usar otros recursos menos ostentosos que las palabras. Espero que los esté usando. Lo merece Cuba, lo reclaman los cubanos, lo exige un recto sentido de la libertad.