Lo dicen hoy bastantes periódicos: “busca debilitar a la derecha y movilizar a su electorado”, titula “El País”. “Para fragmentar a la derecha”, añade El Mundo. Así se entiende que sea la primera vez que se permite estar en el debate a un partido como Vox que podrá tener mucha intención de voto, pero todavía no es parlamentario, que fue la razón de las exclusiones en todos los debates que se celebraron en este país.
Y el mencionado Ábalos justificó la negativa al cara a cara con Casado asumiendo la visión más publicada: el presidente no quiere que se visualice al líder del PP como su alternativa. Dicho más en castellano: prefiere que sea vea claramente que hay tres derechas –el “trifachito” que dijo aquí Susana Díaz—que un partido fuerte, que hoy tiene 50 diputados más que él. Y a partir de ahí, más ventajas todavía: si los tres se pelean, transmitirán imagen de inestabilidad y conflicto del gobierno que hagan; si están muy de acuerdo, verde y con asas: son lo mismo, la reacción y el facherío. O yo, Sánchez, o esto que ustedes pueden ver. De libro, Alsina. Estrategia perfecta. El único riesgo del mago es que se le vea el truco. De momento solo se ve su habilidad.