Madrid |
La segunda, en los mensajes del presidente. Los demás agentes políticos lo han visto demasiado instalado en un relato de justificación, muy próximo a la propaganda y largo en sus exposiciones como para ganar cuotas de pantalla. Han visto más sanchismo que remedios y eso despierta más recelos que adhesiones.
La tercera, y muy importante, la carencia de medios en las autonomías. Tomemos nota de la queja de Núñez Feijóo, después de decir que necesitamos un gobierno que gobierne: a Galicia apenas ha llegado material sanitario desde el principio del estado de alarma. Eso crea sensación de abandono y, de forma justa o injusta, levanta sospechas de marginación por motivos ideológicos. Ya se vislumbra un frente del PP contra el frente gubernamental.
La cuarta, las discrepancias en torno a las soluciones. La España política se empieza a dividir en dos: la que se conforma con lo hecho y la que reclama un confinamiento total. No descarto una rebelión autonómica, como la iniciada por Murcia. Y no quiero citar a los independentistas, sobre todo al señor Torra, cuya aspiración última parecer ser el grito de "España nos contagia". Pero esa es harina de otro costal.
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