Para ser más exactos: hubo vibrantes palabras de anuncio de la llegada de la república y la independencia “sin excusas”. Incluso Puigdemont quiso tener su papel en la representación y habló en sesiones de mañana y tarde desde Waterloo.
Llegó la hora de que el pueblo dijese algo, y solo hablaron 18.000 personas en Barcelona. Creo que se abrió una brecha entre políticos y votantes. 18.000 personas, como aquí se ha dicho, son el 10 por ciento de los manifestantes hace un año. Me preguntas cómo lo interpreto.
Hay varias explicaciones. Una, que era día laborable. Otra que el gentío se reserva para la sentencia. La tercera, que había miedo a los incidentes, visto cómo se las gastan los CDR. Y la cuarta, que la gente, incluso la independentista, está cansada de tanta agitación inútil y de tantas promesas que resultan filfas.
El personal es bastante más realista que sus desacreditados agitadores. Lo de ayer se parecía mucho al “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. En días próximos veremos si todo esto es señal de que es cierto lo que dijo Pedro Sánchez: que el independentismo ha naufragado.
La respuesta a la sentencia dirá si Pedro Sánchez confunde los deseos con la realidad.