No sabía yo que Irene Montero hubiera expuesto argumentos para defender sus propuestas. Como decía el otro, si los tuviera se habría sabido. Lo que tiene la ministra Montero es una serie de frases de mitin feminista que sirven de pórtico a su entrada en los órganos consultivos, en el Congreso y en el Boletín Oficial del Estado.
La señora Montero, por lo escuchado en la presentación del anteproyecto, se considera una salvadora providencial de la mujer que todavía no es libre para abortar, no sabía yo; de las niñas de 16 años que tienen que buscar el aval de sus padres, qué obsoleta aberración; de toda hembra que tropieza con el muro del machismo para realizarse y alcanzar la felicidad.
De la señora Montero se sabe que está escandalizada porque hay mujeres que tienen que recorrer cien kilómetros para abortar, con lo cual quizá corran el riesgo de perder la criatura por el camino.
Y en consecuencia, con esta ley del aborto, cuando haya superado los asaltos machistas que ya prepara el sistema parental, se habrá alcanzado la nueva conquista feminista.
Es una pena que otra Montero, la de Hacienda, le haya dicho que lo del IVA súper reducido no puede ir en una ley, que la de Justicia haya apartado lo del vientre de aquiler, y ahora falta que alguien le diga que la salud menstrual es, efectivamente, un derecho, pero laboral y nada tiene que ver con el aborto.
Pero quizá sea inútil, porque eso será no reconocer a Montero como redentora de la mujer.