Un lujo, director. El discurso, la templanza de la princesa, el uso de idiomas con toda naturalidad, son un lujo para esta sociedad que atraviesa momentos de tanta confusión. Se me podrá decir: un discurso no significa nada en la expresión del talento de una joven de 16 años, esté llamada o no esté llamada a ser la reina de España.
Y es cierto: un discurso tiene inspiradores, escritores y correctores. Pero también lo es que quien lo pronuncia aporta sus ideas y asume su contenido. Y en el contenido de ese mensaje hubo todo lo que se puede esperar de quien está llamada a asumir la Corona de España: preocupación por las crisis a las que se enfrenta su generación, comenzando por la guerra de Ucrania y sus efectos, y la llamada a los jóvenes para que sean protagonistas de la transformación educativa, cultural y económica.
Más allá de las palabras, los gestos. He aquí una Familia Real que está en Cataluña cuando tiene que estar, cualquiera que sea el ambiente social que vayan a encontrar. He aquí una heredera que aprende los idiomas de este país y, al tiempo que formaliza su formación académica, trata de conocer la realidad del Reino. Y he aquí una muestra de cómo se inculca, cómo se enseña y cómo se aprende el nada fácil ni siempre bien definido oficio de rey.
No pido el aplauso a quien no quiere aplaudir. Pero sí creo que la palabra cortesía, incluso la palabra comprensión, conectan muy bien con el talante catalán.