Déjame decir una cosa: la quiebra de Ciudadanos quizá se esté produciendo por la forma que tuvo de crecer. Acogió a todo el que llamó a su puerta sin reservar derecho de admisión. Algunos de sus cargos fueron captados por quien hoy los pesca para el PP. Llegan las dificultades ¿y qué hace esa tropa recogida de aluvión? Abandonar el barco, porque nada serio les une a su formación.
Pues lo que hace el PP es parecido, y además con la misma mano ejecutora, que es la de su último fichaje, Fran Herviás. Yo creo que la reunificación que celebró Casado en Murcia debiera ser otra cosa: adhesión a las ideas, apoyo a un programa, atracción del líder, no un pacto de desertores. Y lo que hemos visto –al margen del arte negociador de García Egea—es a un grupo de expulsados de Vox, cuyo líder, para más pistas, se apellida Liarte, y a unos tipos de Ciudadanos que un día firman una moción de censura y a los tres días forman parte del gobierno dirigido por el presidente que querían tumbar.
Es feo y éticamente poco defendible. Si se trata de mantener el poder a toda costa y se acepta que en la guerra todas las armas son válidas, aceptémoslo como pelea de tahúres y ganó quien tenía más cartas. Como modelo de reunificación del centro-derecha, es manifiestamente mejorable y, si me apuras, Alsina, manifiestamente rechazable. Y si me apuras más, manifiestamente torpe, porque regala a la izquierda el discurso de extrema derecha. Es lo que tiene contaminarse con renegados de Vox.