Elemental, querido Watson. Perdón, querido director. Si el gobierno recomienda segunda dosis con Pfizer y la gente pide AstraZéneca, no sé si el gobierno tiene un problema de credibilidad, pero es indiscutible que la gente no le hace ni puñetero caso, que casi es peor.
Hombre, después de unas cuantas decenas de miles de muertes, cerca de cien mil, este cronista ya solo pide dos cosas: coherencia y transparencia. Coherencia, porque si durante meses se nos dijo que un par de trombos mortales entre millones de vacunados con AztraZeneca no tenían valor estadístico y la vacuna era excelente, no se puede venir ahora a decir que la segunda dosis con Pfizer es mejor y que la Aztrazéneca requiere un consentimiento informado como si fuese una operación a corazón abierto. Y si ayer el ministerio dice que los trombos de la Astra mataron a cuatro personas, parece una información dirigida a acongojarnos y obligarnos a seguir las instrucciones del gobierno. O gobierno o muerte, parece una disyuntiva algo cruel.
Y pido transparencia porque a estas alturas no sabemos si en esto de las vacunas hay una guerra comercial de las farmacéuticas, si hay una guerra política, si hay una guerra de precios, si hay una represalia europea por incumplimiento de contratos, o por qué la AstraZéneca ha sido buena en el Reino Unido y aquí está llena de peligros y prevenciones. Dan ganas de soltar un taco y decirle a la autoridad sanitaria: díganos de una vez la puñetera verdad.