Lo que hizo Galicia tiene un matiz tan sutil que parece aquello de "por una parte ya ves y por otra qué quieres que te cuente".
Por una parte no declara obligatoria la vacuna y por otra sanciona a quien se niegue a vacunarse. O sea que, qué quieres que cuente, Alsina. No puedes acusar a Feijóo de hacer lo contrario que el gobierno español, pero haces lo que permite el gobierno español, te puede caer un multazo de hasta 600.000 euros, según el riesgo y el daño provocado. Yo, pese a todo, estoy con el gobierno gallego porque es coherente. Si no vacunarse es ser una bomba de contagio, ¿cómo permitir ese atentado a la salud?
Estamos ante una pandemia que causó decenas de miles de muertos, dejó secuelas y arruinó la economía, no ante casos de apendicitis. Si se puede sancionar a quien no quiere ponerse mascarilla o rebasa el número de reunidos en una terraza, ¿cómo no sancionar a quien se niega a inmunizarse, a sabiendas de que es un peligro para su familia y para su entorno? Y por último, recordemos las fortísimas críticas a los negacionistas de las vacunas. Se les llamó irresponsables, y lo son, por hacer a sus hijos vulnerables ¿y van a caer los gobiernos en parecido pecado? Yo creo que el gobierno gallego hace bien. Fiarse de lo voluntario es dejar un margen cierto a la irresponsabilidad.