No debiera ser así, pero lo parece. Escuchar al ministro Ábalos, cómo califica de escollo el trabajo del Tribunal de Cuentas, indica que el gobierno está mas cerca de los investigados que del Tribunal. Escuchar a Pedro Sánchez que ese Tribunal es una “instancia administrativa”, cuando es constitucional, recuerda aquello de que los fiscales dependen del gobierno. E Irene Montero se mostró partidaria de eliminar las causas que el Tribunal investiga.
Son tres testimonios, y oiremos más, que indican una voluntad de ceder ante el independentismo, presionar al Tribunal para que prevarique y, si hace falta, como se monta la falsedad de que es instancia administrativa, aplicarle el ordeno y mando, hágase la voluntad de La Moncloa. Sospecho que eso se hará, porque la prioridad de no es que las instituciones cumplan la misión encomendada por las leyes. La prioridad es la concordia. Lo dijeron también Sánchez y Ábalos: antes había que investigar, sentenciar y cumplir las penas. Ahora es el momento del perdón.
Son palabras textuales de nuestros eximios gobernantes. Está claro que veremos un Tribunal de Cuentas dominado por el interés político, a poco que presione el independentismo y lo acuse de ser “otro tribunal represor”. Yo solo digo: por favor, no jueguen más con las instituciones. Si hay que perdonar a los deudores, como dice el Padrenuestro, hágase bien. No con esa miseria argumental de que el Tribunal está controlado por el PP.