Doctores sociólogos tiene la iglesia demoscópica que os sabrán responder. Lo elemental es decir: cuando alguien sube en intención de voto, es que lo hizo mejor que su adversario. Y cuando alguien baja, es que lo hizo peor.
Después vienen los factores colaterales: Ciudadanos no estaba tan muerto, Vox no era tan repudiado, los nuevos localistas tienen más votos de los previstos y el PP no cambatió eficazmente la abstención.
Son circunstancias que no ayudaron a Mañueco y resultaron inofensivas paraTudanca, que, en cambio, se benefició de la ayuda descarada del Consejo de Ministros y del CIS.
A mi juicio importa, sobre todo, lo de Vox: su efecto daña al PP en un doble sentido, le quita votos y rearma a la izquierda, que se moviliza al grito de “o nosotros o la extrema derecha”, algo que será decisivo en las elecciones generales. Y un detalle que es preciso anotar: el cambio de tendencia se empezó a producir el día que el CIS de Tezanos puso las previsiones patas arriba.
Puede haber producido dos efectos que conocen los agitadores. Primero: al situar al PSOE en la cabeza, arrojó la duda de si las demás encuestas estaban equivocadas. Y segundo, dio moral al votante del PSOE, deprimió al conservador y cumplió el objetivo de la manipulación: hizo que más gentes acudieran en socorro del ganador.
Y todo esto que yo creo, querido Alsina, puede ser desmentido el domingo cuando el pueblo coja las papeletas y diga: esta es la encuesta de verdad.