Dependerá de quién tenga la mayoría para gobernar, pero entiendo que existe clima social para intentarlo. Por lo menos, intentarlo. Los sucesivos casos de ayudas a morir han creado ese clima.
Las grabaciones del estado físico de María Jesús Carrasco, su voluntad confesa y su petición de morir después de 25 años de una muerte lenta y dolorosa han terminado por abrir un debate necesario, aunque incomode a quienes anteponen genéricamente el derecho a la vida. Habría qué preguntarles qué vida y en qué condiciones, y si era realmente vida la que llevaba esa mujer. Habría que plantearles si es digno pasar un cuarto de siglo en las condiciones de María Jesús.
Y habría que plantearles si es más ético mantener una existencia casi vegetal contra la propia voluntad del paciente o permitirle el descanso. La situación actual es que, según los códigos, la persona que ayuda a morir comete un delito; pero también es cierto que el marido de María Jesús ha sido puesto en libertad sin medidas cautelares. Traducción para un comentario de radio: la ley está para cumplirse, pero hay que tener muy pocos sentimientos para meter en la cárcel a quien libera a su mujer de un sufrimiento largo y atroz. Eso es lo que hay que regular. Dicho en palabras históricas: hacer normal en la ley lo que a nivel de sentimientos es simplemente normal.