Para analizar la decisión de Feijóo de estar o no estar hoy en Valladolid, hay que coger una cuartilla y anotar a un lado las ventajas de la asistencia y al otro las ventajas de la ausencia.
En la lista de ventajas de la presencia solo aparece una: el gesto de amistady apoyo del presidente nacional al presidente regional. Y se puede hacer una anotación al margen: esa amistad y ese apoyo se puede expresar y se expresó de otras muchas formas, estar allí es manifiestamente prescindible.
En la lista de ventajas de la ausencia está todo lo demás, que se puede resumir en dos conclusiones: primera, que no existe el riesgo de la foto con Abascal y, segunda, que nadie puede decir que Feijóo con su asistencia bendice el gobierno conjunto de su partido y Vox en una comunidad autónoma.
No bendice la coalición ni la cesión de poder, muy importante, que hizo el señor Mañueco. No lo condena, pero tampoco lo engrandece, y ese será el difícil equilibrio de la nueva dirección del PP hasta las siguientes elecciones, que serán las de Andalucía.
Con ello no hará callar a la izquierda que reprocha el pacto a Feijoo como si él lo hubiera firmado, pero envía un mensaje de distancia al resto del país. La disculpa de la reunión con agentes sociales no es un prodigio de imaginación, pero sirve para echar una mano.
Quizá la última mano, si las encuestas siguen diciendo que Feijóo crece como candidato frente a Sánchez y es un serio peligro electoral.