Fernando Ónega: "Para ser Fiesta le faltaron caras alegres y le faltó mucho para ser Nacional"
Fernando Ónega analiza en Más de uno cómo fue el acto del día de la Fiesta Nacional, marcada por la crisis sanitaria, económica, institucional y territorial.
| 13.10.2020 07:22
Una confianza perfectamente descriptible, eufemismo de ninguna. Si sigo el orden de las crisis que acabas de mencionar, la sanitaria tuvo el aliento del Estado a las entidades que se distinguieron por su trabajo, pero la imagen gráfica de la frialdad estuvo en el encuentro de Pedro Sánchez y Díaz Ayuso. Poco después, los datos decían que se habían superado los 33.000 muertos de la contabilidad oficial.
La económica no tuvo una imagen visible, porque no era el lugar. Un poco antes habíamos comentado aquí el riesgo de retraso de los fondos europeos. La crisis territorial se hizo notar por las ausencias habituales de Cataluña y el País Vasco. Nada cambia, nada avanza, y quizá empeoró con la ausencia de la presidenta de Baleares.
Y la crisis institucional se ha podido comprobar en diez segundos: los diez segundos de saludo del Rey al vicepresidente Iglesias. El líder de Unidas Podemos y los demás ministros de su formación, salvo Castells, no quisieron hacer ni un gesto que demostrase no ya complicidad, sino empatía. Parecía preparado. Se cumplió el trámite del decoro, ese es todo el balance.
No sabemos lo que ocurrió dentro del palacio, pero en la Plaza de Armas solo se vio hablar a Iglesias y Lesmes, otra parte de la crisis institucional. Ya sé que aquello no era el Parlamento. Pero, para el resumen, me parece poco que se haya salvado el decoro. Para ser Fiesta le faltaron caras alegres. Y le faltó mucho para ser Nacional.
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