La izquierda –pero hay que recordar que sobre una idea de Montoro-- va a recortar el autogobierno. Y lo que es más chusco: movida por un partido como Esquerra al que todo autogobierno le parece escaso, pero solo cuando es el catalán.
Durante muchos años se reclamó capacidad fiscal para las autonomías. Algunas, como Cataluña, la ejercieron para subir los impuestos. Otras, como Madrid, para bajarlos. La subida catalana provocó empobrecimiento y la bajada madrileña supuso más vitalidad económica y un efecto llamada a los capitales y a las inversiones.
¿Y ahora qué pasa? Que las inversiones van a Madrid y huyen de las comunidades caras. La Agencia Tributaria está investigando a sociedades y personas físicas que trasladaron su domicilio a la capital. Posición de este cronista: hay impuestos, como el de sucesiones, disparatados; gratis en algunas regiones, y confiscatorios en otras. Eso no puede seguir así.
Lo progresista sería escoger la solución más favorable al ciudadano, que es una armonización por abajo. Pero, como la ruina financiera de Cataluña no lo permite, se hará una subida contra Madrid. Políticamente, se debería buscar un acuerdo entre autonomías y entre partidos. Pero, como había que garantizar el voto de Esquerra, se cede a su demagogia y todo eso que dice del dumping o el paraíso fiscal de Madrid. Démoslo por hecho, porque está pactado. Y saludemos una nueva reforma fiscal: la reforma Rufián.