Se repiten los argumentos, se repiten las polémicas, todo es un ya visto. ¿Por qué? Porque la lucha contra el Covid no es la Biblia. Lo que demostró funcionar, que fue el confinamiento, no se puede repetir, porque hunde todavía más la economía.
Los doce meses de pandemia han demostrado que lo eficaz en un sitio no lo fue en otro. Cataluña fue la primera en cerrar la hostelería y tuvo datos alarmantes. Madrid nunca cerró la hostelería, y justo cuando las demás cerraban fue cuando mejoró en datos de contagio. Otras regiones, como Asturias, unos días fueron la admiración general y otro día fueron las más perjudicadas sin cambiar de política ni de gestores.
Ahora, Díaz Ayuso, propone en Madrid dulcificar las restricciones, permitir más gente en las terrazas y empezar el toque de queda a las 12 de la noche, mientras Feijóo piensa en las seis de la tarde y eso escandaliza mucho, porque ambos son del PP, pero esas cosas no se pueden mirar por disciplina de partido ni por ideología, que es el mayor peligro del momento.
Se tienen que mirar, como mucho, por el indicador económico: salvar lo que se pueda de empleos y tejido empresarial, que 45.000 empresas tuvieron que cerrar el año pasado. Y no estaría mal que el gobierno central diese ejemplo de coherencia. Porque creo que ya está bien de empujar a las regiones a endurecer restricciones, al tiempo que se les impide hacerlo con un decreto del estado de alarma que no se puede tocar.