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Fernando Ónega: "Al parecer, no existe golpismo de ultraizquierda"

Fernando Ónega reflexiona en Más de uno sobre la visita de Pablo Iglesias a Bolivia que ha aprovechado para firmar un documento en contra del golpismo de ultraderecha.

Fernando Ónega

Madrid |

Parece razonable pensar que la iniciativa de promover ese manifiesto contra el "golpismo ultra" es una idea de partido, por mucho que Zapatero esté entre los firmantes. La vinculación del gobierno español no existirá mientras Sánchez no se adhiera. Es la ventaja que Pablo Iglesias tiene en todo lo que hace: no solo pertenece a un gobierno, sino que es su número tres, pero funciona por libre por aquello de que "somos dos partidos distintos".

Y así, en un solo día Podemos aparece empujando al PSOE a la reforma del delito de sedición por boca de Jaume Aréns, llevando la contraria al PSOE en la exclusión de los pequeños propietarios en los límites del alquiler y ahora con este manifiesto. Es poder y ariete de oposición a un tiempo. Por las adhesiones que hasta ahora recogió, Pablo Iglesias se pone al frente del eje bolivariano, con Evo Morales, Alberto Fernández, Rafel Correa o, cómo no, Alexis Tsipras entre los primeros firmantes.

Creo que todavía no está Nicolás Maduro, pero tendrá que estar porque su golpismo es de los buenos. Gran acción exterior del vicepresidente. Pero eso quizá no sea lo más trascendente. Lo trascendente es que Iglesias volverá de Bolivia como el gran demócrata que llevó a las Américas el gran hallazgo: el golpismo que hay que combatir solo es el ultra de derechas. Al parecer, no existe golpismo de ultraizquierda. Puesto a combatir con manifiestos el golpismo, un buen demócrata quedaría mucho mejor sin hacer esa distinción.