Madrid | 29.05.2020 07:22
Como tú dices, está pensada para lograr un gran consenso de reconstrucción nacional después de la catástrofe provocada por el coronavirus. ¿Y qué conclusión obtenemos los ciudadanos de su trabajo? Que no sabemos nada de cómo pretenden sacarnos de la crisis, pero sabemos cómo se odian algunos. Se hace una política de intestinos, no de cabeza.
El señor Iglesias y el señor Sánchez encuentran un gran placer o un gran desahogo, quizá una gran excusa de sus fracasos, en avisar de que otros se están jugando la democracia. Y mientras la destrucción tomaba forma en la Nissan de Barcelona y Alcoa de San Cibrao, el señor Iglesias se salió ayer del tiesto al acusar a Vox de querer dar un golpe de estado.
Una de dos: o el señor Iglesias vive instalado en una nube de fantasmas, o siente un impulso incontrolable de convertirse en defensor de la democracia a base de crear enemigos interiores involucionistas o golpistas. Esto ya supera la crispación. Y algo peor: el señor Iglesias se está situando en un escenario político de comprensión hacia quienes practican la kale borroka o propugnan la autodeterminación y ve golpistas en los radicales del otro lado. Peligroso juego. Curiosa manera de un vicepresidente para lograr la reconstrucción económica y social.
Seguro que te interesa...