Lo que sabemos es que los dos grandes del independentismo negocian y están dispuestos a repartirse las consellerías antes del viernes, que se constituye el Parlament. Entre ambos suman una buena mayoría y vaya usted a saber si suman a un antisistema de la CUP para el gobierno o la presidencia del Parlament.
Como los dos partidos grandes tienen distintas formas de encarar la independencia y son la derecha y la izquierda, no descarto que duren poco en el poder. Pero, como son firmemente independentistas, no descarto que repitan la historia y pensar cómo la repiten hará que se les olvide gobernar.
De momento, arrancan con el plante a una enorme inversión porque, como decían los carteles, 'Catalunya no te rei', y es preferible no tener rey a dar la bienvenida a un potentísimo proyecto industrial. Y del salón en el ángulo oscuro, veíase el arpa de Illa. Como tras las últimas elecciones, el partido más votado, en el rincón. Entonces, Ciudadanos; hoy el PSC. Siempre un sueño y siempre al despertar, el dinosaurio sigue allí.
Dice Salvador Illa: "intentaré la investidura, y ya veremos si sale". Lo plantea como una quiniela. Si el independentismo se une, será verdad: hasta ahí llegó el efecto Illa. Para que ese efecto continúe, hace falta que fracase el matrimonio separatista. Si se consuma, el partido más votado será menospreciado y sobre el cielo de la España política y descentralizada se volverá a escuchar un himno que dice "lo volveremos a hacer".