Dejemos las cosas en su punto más exacto posible: donde el independentismo pierde la batalla de la propaganda es en el Parlamento Europeo. Es mucho más de lo conseguido hasta ahora, pero no es todo, ni siquiera logrado por unanimidad. En otros ámbitos ya la había perdido: nunca contó con el favor de la mayoría de los gobiernos y Estados de la Unión, porque ninguna nación acepta la ruptura de otra por puro miedo al contagio.
Si esos Estados diesen por buena la propaganda indepe, den ustedes por seguro que habría habido iniciativas de adherirse y apoyar la autodeterminación. Y entiendo que se mantiene igual en la opinión pública europea, porque hay encuestas que hablan de una amplia aceptación del victimismo separatista. Y en la opinión publicada, porque hay medios informativos que han caído en la trampa y la mentira del pobre pueblo oprimido. Esa es o parece la realidad.
Lo que hoy dirá la Eurocámara será, evidentemente, un triunfo del Estado y de la Justicia español. Por cierto: el primero, porque hasta ahora todo ha sido una colección de bochornos. Y ahora falta lo que diga la Justicia belga. Y falta que una parte del gobierno español, el sector Podemos, no contribuya a la duda en las instituciones europeas, porque este partido sigue teniendo ramalazos antisistema.
Y falta que se aclaren los indultos. Porque malamente se podría juzgar y eventualmente condenar a Puigdemont, al tiempo que los demás condenados son puestos en libertad.