Madrid |
Esas denuncias son justas y merecidas por el gobierno, pero no resuelven nada, ni a efectos de eficacia ni a efectos de opinión pública. Solo crean inseguridad, desconfianza y confusión.
Y después de superar los lugares comunes, lo que tiene que hacer la oposición, si sus líderes son capaces de entenderse o el Partido Popular utiliza su poderío, es explicar cuál es su alternativa, que supongo que alguna tendrá.
La alternativa supone dos cosas: la primera, razonar su discrepancia con la actuación del gobierno. Seguro que, además de lamentos y condenas, hay decenas de motivos, desde la eficacia y coherencia de las medidas sanitarias al riesgo de mayor endeudamiento de las clases sociales a las que se pretende proteger.
La segunda, decirnos cuáles son sus propuestas, que hasta ahora ni conocemos ni han sido sistematizadas; explicarnos lo que haría si estuviese en el poder y, por tanto, lo que propone como solución. A partir de esas ideas podría surgir un nuevo consenso y una colaboración crítica por el bien del país. Y concluyo: como decía el Catecismo del Padre Astete, estos mandamientos se encierran en dos: ni callarse ante los errores de gestión ni hablar por hablar.
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