Fernando Ónega: "El peor enemigo de la independencia es que su reclamación se vuelva violenta"
Hasta el momento en que habló Sánchez, 9 de la noche, yo estaba de acuerdo con su sermón de las cuatro palabras: firmeza, unidad, moderación y derecho a la manifestación pacífica. Después de ese sermón, hay que hacer muchos matices. Sobre todo, uno: si los revoltosos empiezan a quemar coches, el derecho a la manifestación pacífica pierde sentido, porque hay guerrilleros urbanos que lo rompen. La unidad buscada en las reuniones de Moncloa no está alcanzada.
La moderación puede ser entendida como debilidad. Y, por tanto, las cuatro palabras se quedan reducidas a una: firmeza. Ahora bien: ¿qué entendemos por firmeza? ¿El 155? Torra está haciendo méritos, pero a las 12 de la noche pidió el cese de la violencia. Los Mossos están funcionando correctamente y en el govern y el Parlament todavía no hay un acto delictivo que lo justifique.
¿El cese de Torra que reclama Ciudadanos? Solo se puede hacer con el 155. ¿Ley de Seguridad Nacional o estado de excepción? Son posibles, pero hay que pensar si medidas de ese tipo llevan a la insurrección. No creo en el diálogo que propugna Iglesias, porque con incendiarios no se dialoga. Soy partidario, de momento, de una buena actuación policial que identifique a los extremistas y los entreguen a la Justicia.
Y la templanza aconseja ser prudente. Lo que se haga, una vez hecho, ya no tendrá remedio. Y el peor enemigo de la independencia es que su reclamación se vuelva violenta. Hace sufrir, pero le quita adhesiones.