Madrid |
Llevamos muchos años reclamando educación sexual en los colegios y, cuando se puede poner en práctica, se convierte para algunos en una perversión educativa que hay que limitar por el bien, la salud y las buenas costumbres de los menores. Y ahí apareció Vox como abanderado de la negativa. Talleres y cuestiones de género son para este partido líneas rojas cuyo traspaso convierte a la escuela en Sodoma y Gomorra con televisión.
Y como hay gobiernos regionales de la derecha que dependen del apoyo de Vox, llega la trifulca: o aceptáis el pin parental, u os apeamos del gobierno u os dejamos sin Presupuestos. El PP cedió en Murcia y la batalla se traslada a Madrid. Tiembla Díaz Ayuso, y la ministra Celaá, que ahora puede dedicarse más a estas cosas, recurrirá cualquier iniciativa de pin.
Trifulca pura, pero con tres consecuencias. Primera, que Vox gobierna más de lo que parece. Segunda, que si triunfa el pin, consigue un doble objetivo: humilla al PP y a Ciudadanos y les impone su ideología. Y tercera, que limita la educación. Quien quiera educación de género o sexual, que la busque, como siempre, en la puñetera calle.