Para saber –y más que saber, adivinar—si el Gobierno tiene claras sus prioridades, solo hay un método: mirar su agenda legislativa. ¿Y cuál es el primer proyecto de ley que aprueba el Consejo a los nueve meses de su formación? ¡La Ley de Memoria Democrática! Su primera prioridad es borrar los restos del franquismo que quedan entre los pliegues de la sociedad, igual que antes su empeño fue llevar los restos de Franco a Mingorrubio.
Esas otras cosas que planteas, techo de gasto, déficit, Presupuesto, las reformas que pide Europa, responden al viejo principio de que "las cosas de palacio van despacio". Es que son más complicadas que lo del franquismo: exigen números, obligan a tener ideas e iniciativas y, por lo visto, no sólo se trata de perfilar el futuro del país, sino de reconstruir la mayoría de la investidura.
Yo me imaginaba al Gobierno pidiendo criterios a grandes economistas, pero se los pide a Rufián, quizá por su gran amor a España, que dijo la ministra portavoz, y a Bildu, que quiere colocar presos de ETA entre las cuentas del Estado. No hay prisa. El tiempo corre, los plazos se agotan, el gobierno de la calma asegura que cumplirá, pero nadie ha visto un número, ni conoce un dato.
Y, sin embargo, se negocia. La economía se hunde, pero negocia Pablo Iglesias, para asombro de Calviño y Escrivá. Primero los votos, después los contenidos. Y que los separatistas se encuentren cómodos en el Presupuesto. Después de Franco, esa es la prioridad.