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Fernando Ónega: "Se prevé que diga lo que diga el Rey, ya hay preparada una crítica para ponerlo a parir"

Fernando Ónega reflexiona sobre la importancia que tiene este año el discurso de Nochebuena del Rey Felipe VI.

Fernando Ónega

Madrid |

Debe ser tan importante, que ya se analiza antes de que se pronuncie. Cuando se dice que es el mensaje más difícil de su reinado, no se habla del discurso en sí, sino de la dificultad del momento que atraviesa la institución. Y entonces las opiniones pública y publicada esperan que sea una especie de salvavidas de la Corona.

Felipe VI hizo grandes discursos. Fue un gran discurso el de su proclamación. Y fue un gran discurso el del 3 de octubre de 2017. El de hoy lo será también. Pero la medida de su trascendencia no estará en sus palabras, sino en la calificación posterior.

Tradicionalmente, los mensajes de Navidad de los Reyes cuentan con respuestas previsibles. Los nacionalismos siempre dicen que el monarca no es sensible ante las ansias soberanistas.

Y este año la referencia a su padre lo condiciona todo. Si no habla de él, le dirán que lo protege. Si habla, dirán que les pareció escaso. Para Podemos será poco todo lo que no sea crucificarle, salvo que proclame la nación de naciones. Para los independentistas, será poco incluso que lo crucifique, si no anuncia el derecho de autodeterminación.

El marco y el margen que le queda es el del sosiego y la tranquilidad que debe transmitir. Y es todo tan complejo, que dan ganas de no hablar de mensaje difícil, sino de mensaje imposible.

Porque debo decirlo: esta es la típica situación que hace prever que, diga lo que diga y haga lo que haga, ya hay preparada una crítica para, con perdón, ponerlo a parir.