Madrid |
Así que coincido. Hace una semana, no más, Ciudadanos estaba en que ni uno solo de sus votos serviría para mantener a Sánchez en el poder. Visto cómo la gente de derechas prefería a Casado como líder, y visto cómo muchos de sus dirigentes se marchaban por el cordón sanitario al Partido Socialista, Rivera decidió corregir. Puede vestirlo con el disfraz de la gobernanza o cualquier otro, que la interpretación externa es esta: Rivera necesita cortar la sangría de votos.
Y dice Toni Roldán: "espero que llegue a tiempo". Ese es el desafío. No quiero amargar la madrugada del señor Rivera ni de nadie, pero hoy lo evidente es esto: si Rivera hubiese dado esa voltereta hace un mes, solamente un mes, terminaría la legislatura con los mismos diputados; habría sumado mayoría absoluta con Sánchez; habríamos salido del bloqueo, no haría falta repetir elecciones y Ciudadanos sería un partido que se sacrifica por el bien del Estado y de todos.
Ahora este cambio imprevisto y forzado puede provocar el efecto contrario. El pánico electoral existe, pero nunca conduce a nada bueno. Como mucho, lleva a la desorientación.