Fernando Ónega: "Anoche el secesionismo alcanzó una victoria visual, pero de éxito de público no puede presumir"
La conclusión inicial no es una conclusión, sino una noticia: todo terminó cero-cero, el partido de fútbol y el partido entre el orden y el follón. Ni ganó ningún equipo, ni ganaron los revoltosos. Si la consigna sigue siendo "apretéu", apretó más el Madrid, pero, como en política, no acertó con el gol. Y los convocantes de la protesta, pese al ambiente creado, no consiguieron una nueva "nit del foc".
Se quedaron en mínimos: el mínimo de personas que se podía esperar para boicotear el partido, el mínimo de incidentes, aunque los que son violentos son violentos de verdad, y el mínimo interrupción por el lanzamiento de pelotas. ¿Significa esto que el tsunami está a la baja y aparece el cansancio y la desafección? Puede ser, pero no me atrevo a afirmarlo.
Quien queda a la baja es el señor Torra, que por la mañana había defendido las protestas en el Parlament y eso era una invitación al caos, como es habitual en él. No tuvo siquiera la precaución de invitar a que las protestas fuesen pacíficas. No triunfó en convocar a las masas, pero confirma lo que ayer escribía Ignacio Varela: en Cataluña no existe una autoridad pública dispuesta a garantizar el orden y cumplir la ley. Solo hay policías.
Y el máximo representante de ese vacío es Torra. Lo que algún día habrá que revisar es eso de convertir un estadio en un plató de propaganda independentista. Anoche el secesionismo alcanzó una victoria visual, pero de éxito de público no puede presumir. Cero-cero.