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Fernando Ónega: "Resulta poco estético esperar cuatro meses para que el señor Carnicero quede libre de su ocupación anterior"

Fernando Ónega analiza en Más de uno el nombramiento de José Ignacio Carnicero, amigo de Pedro Sánchez, director general de Agenda Urbana y Arquitectura.

Fernando Ónega

Madrid |

En mi pueblo de Lugo dirían: para qué sirve ser presidente del gobierno si no puedes colocar a un amigo o un pariente.

Al fin y al cabo, a ese amigo no le dio la gobernanza del Banco de España; le dio una modesta dirección general entre los cientos de direcciones generales que hay en la Administración. Pero hablando en serio: yo coincido con lo que Margarita Robles dijo ayer en este programa: si el señor Carnicero es válido, si tiene talento, si puede desarrollar una buena labor y el presidente conoce esas cualidades, la amistad es lo de menos. No hay por qué despreciar la valía de una persona por el hecho circunstancial de una relación.

Eso sería como si se dejase de nombrar a Irene Montero ministra de Igualdad por los vínculos que la unen al vicepresidente Pablo Iglesias. Sería una forma de perder un gran talento para el servicio público. Lo que resulta poco estético es crear una dirección general para colocar a un compañero de baloncesto. Eso explica, seguramente, la inflación de altos cargos que existen y que se podrían reducir a la mitad.

Si cada gobierno que empieza hace eso, llegará un momento en que habrá más altos cargos que funcionarios. Y resulta menos estético todavía lo que publica el periódico que lo denuncia: esperar cuatro meses para que el señor Carnicero quede libre de su ocupación anterior. Es ahí donde hay asomos de amiguismo o, por lo menos, de trato de favor. Y es ahí donde el principio de mérito pierde todo su valor.

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En mi pueblo de Lugo dirían: para qué sirve ser presidente del gobierno si no puedes colocar a un amigo o un pariente.

Al fin y al cabo, a ese amigo no le dio la gobernanza del Banco de España; le dio una modesta dirección general entre los cientos de direcciones generales que hay en la Administración. Pero hablando en serio: yo coincido con lo que Margarita Robles dijo ayer en este programa: si el señor Carnicero es válido, si tiene talento, si puede desarrollar una buena labor y el presidente conoce esas cualidades, la amistad es lo de menos. No hay por qué despreciar la valía de una persona por el hecho circunstancial de una relación.

Eso sería como si se dejase de nombrar a Irene Montero ministra de Igualdad por los vínculos que la unen al vicepresidente Pablo Iglesias. Sería una forma de perder un gran talento para el servicio público. Lo que resulta poco estético es crear una dirección general para colocar a un compañero de baloncesto. Eso explica, seguramente, la inflación de altos cargos que existen y que se podrían reducir a la mitad.

Si cada gobierno que empieza hace eso, llegará un momento en que habrá más altos cargos que funcionarios. Y resulta menos estético todavía lo que publica el periódico que lo denuncia: esperar cuatro meses para que el señor Carnicero quede libre de su ocupación anterior. Es ahí donde hay asomos de amiguismo o, por lo menos, de trato de favor. Y es ahí donde el principio de mérito pierde todo su valor.