Fernando Ónega: "Torra merece una moción de censura como una catedral, pero Roldán eligió mal el momento"
Parece evidente que, si hay un gobernante censurable en España, ese gobernante es Quim Torra. Un señor que se dedica más a agitar que a gobernar, que está en constante desafío al Estado y que defiende a presuntos fabricantes de explosivos merece una moción de censura como una catedral. Ahora bien: una iniciativa de esa solemnidad requiere algo más que una presentación. Requiere un clima social de expectativas de la candidata. Requiere no reforzar al censurado.
Y requiere que, estando en Cataluña, el resultado no divida a quienes defienden la Constitución. Y nada de eso se ha conseguido. Torra se levantó de la sesión con más respaldo del que tenía. El discurso de la señora Roldán, diciendo verdades como puños, no levantó riadas de emoción.
Y la palabra fracaso se convirtió en la definición del hecho, a pesar de que era evidente que iba a fracasar. ¿Por qué ha ocurrido todo eso? Porque se eligió mal el momento. La moción se presentó en tiempo electoral, con lo cual quedó como un acto electoralista.
Y la presentó una candidata nueva, con lo cual quedó como un acto de promoción personal. Promoción personal e intención electoral son enemigas naturales de la pureza de intenciones. Ciudadanos no logró ganar ni al Parlament ni a la opinión, al menos la publicada. Si, encima, se divide el constitucionalismo, o se traslada imagen de división con la colaboración de Cayetana Álvarez de Toledo, se hizo un pan como unas tortas.