Madrid |
Y es triste anotarlo, pero la Unión Europea solo tiene de Unión el nombre. Ocurre lo mismo que en la anterior crisis financiera: hay una Europa del Norte y una Europa del Sur, donde antes se situaban --¿recuerdan?—los PIGS.
Es triste escuchar esta mañana cómo el G20 está dispuesto a inyectar cinco billones de euros para frenar la recesión. Es triste recordar cómo ayer Estados Unidos hablaba de una inyección de dos billones. Y Europa, a sus intereses parciales, como si la pandemia fuese un asunto de España e Italia y allá se las apañen, sálvese quien pueda.
Y así, el Consejo Europeo deja al conjunto de la Unión sin decidir la dirección comunitaria de la lucha y sin medios de combate, ni siquiera frente al previsible desastre económico. Otros quince días de espera de una nueva oportunidad. Sin prisas, que la gente que va a morir lo haga con tranquilidad.
Sin urgencias, que el millón y medio de parados por los ERTE son asunto de España. Y ahora, permítanme el desahogo: a esta Europa le sigue faltando dirección política. A esta Europa le sigue faltando solidaridad y proyecto común. Esta Europa sigue siendo una suma mal ordenada de naciones y soluciones nacionalistas. Esta Europa, como siga así, va de fiasco en fiasco hasta el desencanto final.