Rafa Latorre habla en Más de uno sobre la concesión de los indultos a los presos del procés y sobre las palabras de Pere Aragonès, que ha asumido la presidencia "con el diálogo como prioridad". Comenta que el diálogo es una de sus palabras fetiche que sirve para hablar sin decir nada porque puede ser cháchara, conversación, deliberación o negociación. Esto requiere algo fundamental, que es compartir un mismo tema de conversación.
"Con lo rápido que va todo, corremos el peligro olvidar que el diálogo fue el fetiche de Artur Mas, de Oriol Junqueras y de Carlos Puigdemont. Todos ellos comparten además un mismo tema de conversación", recuerda. Según ellos, el diálogo ha de comenzar por un referéndum de autodeterminación, es decir, "no piden hablar de sí se puede convocar una consulta, porque entonces correrían el riesgo de que les contestarán que no".
Sin embargo, habla de una verdad incómoda, porque señala que, durante cinco años de procés, nada sirvió para aplacar a quienes creían que había llegado la hora de que Cataluña alcanzase su destino manifiesto. "¿Hubo diálogo? Mucho. ¿Hubo concesiones? Muchas. ¿Hubo amenazas? También. Lo único que puso fin al embate fue la cárcel", asegura. Considera Latorre que esto conviene repetirlo porque no hacerlo supone "renunciar al carácter aleccionador de la pena, que es sin duda una eficaz represora de los instintos". Concluye diciendo que la condena trajo desafección y que el proceso fue radicalmente distinto. "De todas las cuartadas absurdas, la más absurda es la utilitaria, en la que dice que el indulto se concederá para evitar un nuevo procés. Más que nada porque a la cárcel llegaron los independentistas por la ruptura y no al revés", finaliza.
