En el Gobierno hay catorce mujeres y nueve hombres. Pero la que tiene la llave de Moncloa es Yolanda, la estrella roja, que supera en intención de voto a Pablo y a Pedro.
La gallega está ideando una plataforma para prescindir de Podemos y superar al PSOE, al que le dejará la esquinita de la izquierda. Ella quiere una casa amplia, un matriarcado más allá de las siglas.
En su carrera hacia el poder ha revelado un secreto de Estado y ha triturado el relato de Sánchez. En febrero de 2020 vio venir la peste y avisó. Las otras mujeres la acusaron de alarmista y despreciaron su pauta para parar el mal y la manifa del 8 de marzo.
El PP ha exigido una comisión de investigación cuando España está amenazada por el ómicron de 30 mutaciones, que es un misterio como la tumba de Cleopatra. La doctora que lo descubrió declara que los pacientes ingresados tuvieron síntomas leves, pero la Organización Mundial de la Salud la considera una cepa preocupante.
Agustín Muñoz, de la universidad de Extremadura, dice que estamos en una guerra química y biológica entre una minúscula estructura físico-química, que no es un ser vivo, y un ente tremendamente complejo, que es el homo sapiens, que presume de presidir la cúspide de la pirámide de la evolución.
Pero no dominaremos el virus hasta que el mundo entero no camine a la par en la carrera de la vacunación. Sólo el 10% de los africanos ha recibido una dosis. Esta vez escuchen, escuchad a Yolanda, que es Casandra y tiene el don de la profecía.
En la pandemia estaban prohibidos los besos, pero las cepas del virus no pudieron con las cepas de la viña, y la cosecha creció y creció, y la gente confinada empezó a darle a la priva.
Por eso, viva la sacerdotisa de Apolo y ¡viva el vino!