La trompeta de Armstrong vale más que un gol de la liga de las estrellas. Pero hay estúpidos que desprecian a los negros como los que los linchaban en Alabama después limpiar las escupideras, ser esclavos del algodón o porteros de hotel vestidos de almirantes.
Aunque estamos hechos todos del mismo barro que los gorilas hay hinchas que quisieran convertir los campos de fútbol en un apartheid. Insultan a los que trabajan como negros y corren más que los blancos y hay un incremento del racismo en los estadios contra la gente de color.
Todo empezó cuando llamaron mono a Vinicius y se lo siguen llamando y a veces lo expulsan por armar bronca. Los corresponsales extranjeros escriben que hay un problema de racismo en la Liga española. Dicen que la entrada al campo es una licencia para insultar. Después de Vinicius siguen maltratando a los jugadores y entrenadores negros o gitanos. El partido Sestao-Rayo de Majadahonda se suspendió cuando gritaron al portero: "Corre puto negro de mierda". El guardameta agarró por la bufanda al cobarde que le injuriaba.
En el Getafe-Sevilla le llamaron mono al jugador Marcos Acuña y gitano al entrenador Quiqe Sánchez Flores, sobrino de Lola Flores. El comité de disciplina de la Real federación ha ordenado el cierre del estadio durante tres partidos y el club tendrá que pagar una multa de 27.000 euros. También multaron en Vallecas a un muchacho que metió el dedo en el culo a un jugador argentino que no era negro.
Si hablamos de esclavos, querido Carlos debemos hablar de los esclavos del vino de Brasil, negros o mulatos que trabajan 18 horas para los viñedos amenazados con pistolas eléctricas. Rechacen la esclavitud en las bodegas porque el vino es la libertad. Y ¡viva el vino!