Dice Borges que los ingleses hicieron mucho mal al mundo, lo han llenado de estupideces como el fútbol. Y añade: “Es increíble cómo una cultura que desarrollaba juegos como el ajedrez haya degenerado a juegos tan vulgares como el fútbol”.
Ahora, además se ha convertido en un juego brutal que rompe las piernas de los jugadores. Los héroes del domingo lo son casi todos los días y por el agotamiento quieren ir a la huelga. La mitad son negros, un Black Power, algunos ganan 200 millones y no quieren ser esclavos, ni gladiadores de la FIFA y ni de la UEFA ni de los emires del Golfo. Peligra su salud y pueden tumbarse en el césped antes del pitido del comienzo del partido. Piden derecho al descanso y menos mundialitos, además de la Liga, la Copa y la selección.
Todo esto ocurre cuando el Estadio Bernabéu, el templo de cemento y gloria, la última leyenda española interrumpe la circulación del Norte y destroza los oídos de los vecinos. Además se apoderan de la radio los fines de semana y casi todos los días.
El que convocó la huelga fue Rodri, del Manchester City y de la selección española, cuando habló del cansancio y el peligro del juego y se rompió después el ligamento cruzado. La Liga española sufre 14 lesiones cada tres días por el juego rápido y peligroso que se practica. Van a recurrir a la justicia europea. Pueden pedir la reducción del tiempo de los partidos y hasta la rebaja de los millones que cobran: es una huelga de millonarios.
Tienen sus botas tachonadas con clavos de oro, poseen bodegas algunos de ellos, pero antes de jugar no pueden beber vino porque se deshidratan. ¡Viva el vino!
