Elon Musk, sudafricano, el hombre más rico del mundo, único dueño de Twitter, va a formar parte del gobierno de Donald Trump en el Departamento de Eficiencia para eliminar burocracia y reducir gastos.
Ha prometido que hará temblar el sistema. Llega como Miley: con la motosierra. Cuando compró Twitter, perdía cuatro millones al día y echó al 50% de la plantilla. 'The Guardian' y 'La Vanguardia' han anunciado que abandonan X (Twitter) por ser una plataforma tóxica, reaccionaria.
El gobierno de magnates manejará a los Estados Unidos como una empresa. Puede despedir al 75% de los gobernantes. Escribe Jorge Benítez que ese nombramiento marca el triunfo definitivo del pensamiento tecnolibertario, que surgió en Silicon Valley a finales de los 90 y que manda más que los estados.
Es el triunfo del capitalismo digital en la era de la intercomunicación. Otros dicen que los oligarcas digitales son los nuevos señores feudales, que vuelven a la Edad Media. Las guerras serán ciberguerras y los indignados son los multimillonarios, cuando las redes sociales superan a los medios en seguidores.
Las plataformas digitales son tan adictivas como la cocaína y enganchan a los jóvenes que tienen alergia al papel. Hay cuatro mil millones de cibernautas. Elon Musk compró el pajarito que volaba en Twitter por 44.000 millones de dólares; aún le quedan 250.000.
Internet lo está dominando todo: el comercio, la política y el sexo. Algunos piensan que las redes son un peligro para las democracias; otros las ven como un prodigio de la democracia directa sin censura. Entre las maravillas de Internet está el vino online, que se puede comprar sin gastos de envío. Es uno de los inventos de la alegría para animar la vida.
¡Viva el vino!