En la catedral de Murcia se guarda el corazón de Alfonso X el sabio y en la Cuesta de Gos de Águilas la estatua de Paco Rabal. Decía la leyenda: “Mata al rey y vete a Murcia”. Pero donde han vuelto a inventar la ZEDA ha sido en Valencia, no se sabe si con permiso de Génova, o en plan taifa.
Se ha roto el cordón que aislaba Vox y una derecha puede tragarse a la otra. En Murcia a Vox, 18% de los votos, no le han dado ni un puesto en la mesa de la cámara. Lo cual puede provocar una repetición de las elecciones. Así lo ha dicho Abascal: “Habrá que dar la voz a los murcianos para que contesten si quieren a Vox en el gobierno o prefieren al PP y al PSOE”. Fernando López Miras le ha contestado que no es razonable bloquear a un partido al que le faltan solo dos escaños para la mayoría absoluta.
Es que la doctrina Feijóo de la lista más votada ha saltado por los aires y cada uno se agarra al que puede para trincar y mandar. El PP triplica los alcaldes y el PSOE pierde la mitad.
Murcia, querido Carlos, que adoró a Dioniso y a Baco, según Zorrilla "es un pueblo ardiente de huertanos, que aún con trajes y usos moros, dan a los ritos cristianos, los remates mahometanos, de fuegos tambores y toros".
Además, en la huerta de Europa, se celebran los caballos del vino, en honor a los templarios que burlaron a los moros para llevar mollate a la ciudad sitiada porque las aguas estaban envenenadas. Así que por la hazaña de los templarios: Viva el vino