Se está celebrando la Asamblea de las Naciones Unidas donde se han reunido 193 líderes. Zelenski, presidente de Ucrania y al que los rusos llaman "nazi" e "hijo de perra", envió un vídeo en el que pide un castigo justo por la invasión de su país, pero la ONU apenas sirve para nada.
Mientras Putin ha decretado la movilización de 300.000 reservistas, cazando quintos hasta en el metro, el mayor reclutamiento desde la Segunda Guerra Mundial. Además, ha amenazado con la bomba atómica, añadiendo que no va de farol.
El espía que surgió del frío y del veneno, ha fracasado como general invierno. En el caso de que cumpliera su amenaza, la lluvia radiactiva mataría a más personas, animales, insectos y peces que el diluvio universal.
El presidente de Estados Unidos ha afirmado que una guerra nuclear ni se puede ganar ni se debe librar.
La policía ha detenido a miles de manifestantes que protestaban contra un psicópata que quiere ser Catalina la Grande matando personas que hacen cola para comprar el pan.Es una guerra sin tambores, sin estrategia, con un relato falso y asesinatos en masa.
De momento, amigos, no arregléis el búnker. No os van a servir las mascarillas de la pandemia para el polvo nuclear. No va a estallar, casi seguro, la tercera y última guerra mundial que mataría al propio Putin, al que le espera un Nuremberg y una horca.
Brindemos, querido Carlos, por el fin de esta carnicería con el pan y el gas más caro que nunca en Europa. Alcemos la copa con vino de Odesa, cuyas viñas plantaron los griegos, y ¡viva el vino!