En España hubo gran afición a los magnicidios. Hubo 5. El de Prim, el de Canalejas, el de Dato, el de Cánovas del Castillo y el de Carrero Blanco. En Europa también hubo asesinatos no solo de primeros ministros sino de emperadores como el de Sarajevo contra el heredero del imperio austro- húngaro y su esposa que provocó la Primera Guerra mundial o el de Sisí, asesinada por un anarquista.
En el siglo XX los más sonados fueron los de Aldo Moro y el de Olof Palme. Hace dos días un poeta ha escrito unos versos trágicos disparando sobre el primer ministro eslovaco Robert Fico. Él odia a la prensa y la prensa le pone a parir, y le llama, prorruso, misógino xenófobo y homófobo. Ha sido operado y está fuera de peligro.
El intento de asesinato es un regalo para Putin que contestará con veneno, en plena guerra y ciberguerra de Ucrania con la que limita el país que formó parte de Checoslovaquia hasta que se separaron después de la Revolución de Terciopelo cuando en la Primavera de Praga fueron invadidos por Rusia.
El tiro en la tripa puede ser el comienzo de una escalada de la violencia en la UEen vísperas de las elecciones. Los líderes del continente están preocupados por el clima de crispación, descontento, corrupción y por el equilibrio del terror entre Rusia y la OTAN con una ascensión de partidos racistas, de derecha radical y nacionalistas. Los sondeos les dan a esos partidos la quinta parte de los votos. Avanzan los euroescépticos y los antiinmigración. La violencia en Europa empieza a trotar.
Querido Carlos: brindemos por la paz con Tokaj, el vino de los reyes de la ribera del Danubio entre Eslovaquia y Hungría y digamos ¡viva el vino!
