Desde Alfonso X el sabio, poeta y legislador se sabe que donde falta la ley el que gobierna es un amo, un autócrata o un déspota.
Ahora el que gobierna, un tipo falsamente fuerte a los que la incumplen las leyes les ha perdonado los delitos y las deudas.
Ayer las minorías anti-constitucionales le dieron la vuelta al ruedo del hemiciclo entre ovaciones porque el poder Ejecutivo ha desarmado al poder judicial y se ha burlado de la Constitución.
Vimos lo nunca visto, el Congreso ha amnistiado la traición y ahora los delincuentes, naturalmente, exigen la independencia. Según el Gobierno la amnistía es una ley para la reconciliación pero los secesionistas no dan ni las las gracias, insultan a los jueces porque según ellos sentencian a favor de la venganza. Insultan también a los partidos que cumplen la ley y van seguir luchando hasta lograr la autodeterminación.
Lo ha dicho el Prófugo: La amnistía no es el punto final. El Congreso aprobó una ley contra la mayoría y lo que diga el Congreso es la ley en este caso la deslealtad a la nación el precio de siete escaños . El presidente se va desmoronando y le va resultar imposible seguir mandando porque los secesionistas seguirán con sus chantajes y porque de la amnistía es la impunidad.
Y los separatas volverán a ser hasta que se vayan los cefalópodos del contribuyente. La amnistía no entierra el conflicto: lo resucita. Esperan a Puigdemont como a Moisés con las tablas de la independencia.
Esta historia, querido Carlos , puede terminar mal. Ya lo dice el poema de Gil de Biedma: De todas las historias de la Historia/ la más triste es sin duda la de España /porque termina mal. Pero luchemos por el buen son de las copas y digamos Viva el vino