En el PSOE saben que cada vez que tienen un acto importante surge un proceso porque hay gente que piensa que la corrupción es cambiar los euros de sitio.
Nunca la delincuencia había estado tan cerca de un presidente del Gobierno y nunca éste ha estado tan lejos de ser derribado. Con el dinero de las mascarillas regalaban chalés a cambio de comisiones. Si Aldama, el hombre de España en Venezuela dijera la verdad estaríamos ante uno de los casos más graves de corrupción de la democracia.
Lo más asombroso no es que dirigentes del PSOE estén acusados de pertenecer a una organización criminal; lo asombroso es que Aldama sea a la vez el delincuente, el testaferro y el guardia. Era el casero y el cajero automático de Ferraz. Después de esconder en el extranjero 70 millones de euros de las mordidas va a presentar al Tribunal Supremo un informe en el que incrimina a Pedro Sánchez, a Ábalos, al hijo de Ábalos, al ministro Víctor Torres, a Teresa Ribera y al marido de Iceta.
Larga que el Gobierno pretende llegar con él a un acuerdo y, que tiene Whatsapps de todos los que le han negado como en la Santa Cena, de todos menos de Santos Cerdán. La UCO ha enviado a la República Dominicana 10 agentes para que averiguen los movimientos del Falcon. Pero como siempre en las mordidas y lo que ocurre en jergón es difícil de investigar aunque la pulsión de Sánchez es el poder, no el dinero y va a ser difícil pillarlo. Aldama ha cargado contra él diciendo que lo sabía todo. Los magistrados tendrían que beber vino para averiguar que ocurrió, recordando la frase de Plinio el Viejo de que en el vino está la verdad, viva el vino.