Siendo así, sus cinco diputados podrían votar los presupuestos sin tener cargo de conciencia nacionalista, y el gobierno vasco se llevaría lo que pactó con Rajoy, que no fue poca cosa. El PNV se empeña en hacer apelaciones públicas a Moncloa. Pero hace semanas que se podría haber levantado el 155, y quizá los políticos presos ya estarían en su casa.
Solo hacía falta que Puigdemont hubiera permitido la investidura de un presidente limpio de sospechas judiciales. Urkullu debió llamar a Berlín, no a Madrid. Ahora, Ciudadanos dice que no votará los presupuestos si la Seguridad Social se entrega a los nacionalistas vascos. Rajoy no gana para sustos. Gobernar España es un deporte de riesgo.