Años después, en 2003, estando todavía en el poder, Aznar decidió por sí y ante sí que Rajoy le sucediera en el cargo. Ahora, Rajoy ha elegido su propio modelo sucesorio. Nunca antes un gobierno había caído por una moción de censura. Y se establece el precedente de que perder el poder sin haber perdido las elecciones suponga también la dimisión del líder derrotado, como le ocurre a Rajoy.
Pedro Sánchez ha matado a dos pájaros con un solo disparo: con apenas 84 diputados, ha llegado a La Moncloa y ha terminado con la carrera política de Rajoy. Aunque la realidad es que el final del líder del PP ha sido provocado por la corrupción de su partido, en un proceso lento pero inapelable, con un final imposible de evitar. La duda no era si la corrupción en el PP acabaría con Rajoy, sino cuándo ocurriría.