Tampoco había pasado antes que un presidente pusiera como primer punto al enumerar su lista de prioridades, no los asuntos económicos o sociales o Cataluña, sino sacar los huesos de Franco del Valle de los Caídos. Ni que el asunto al que más tiempo dedicó en su discurso fuera la situación de RadioTelevisión Española.
Y todo eso, antes de proponer a quienes han proclamado la república catalana que se conformen con votar un nuevo estatuto de autonomía. Con Pedro Sánchez, España experimenta un modelo de presidencia que, según los sondeos, está resultando exitosa, porque el PSOE ha visto cómo se dispara al alza su expectativa de voto.
De momento, el PP le facilita la tarea porque está descabezado, y Sánchez solo se preocupa de Ciudadanos, partido al que acusa de haberse instalado en la ultraderecha. El trazo grueso también funciona en política.