En realidad, estas propuestas extravangantes son el fruto del cálculo electoral. Puigdemont está atrapado. Se ha atrapado él solo al lanzarse por el precipicio del procés y no convocar elecciones. Está huido y si vuelve será conducido detrás de los barrotes de Estremera o de Soto del Real. Por eso necesita ganar el 21 de diciembre. Cree que así pondría en un aprieto al gobierno español, a la justicia y a la Unión Europea. Y para alcanzar esa victoria necesita robar votos incluso a la CUP. Los cuperos odian a Europa. Y ahora, Puigdemont también.